La respiración y las emociones
La
respiración es nuestra inseparable compañera durante la vida. Conscientes o no
de ella, la respiración tiene su ritmo. Es una compañía tan receptiva y
sensible que se adapta a cada cambio, a cada actividad y a cada estado de
ánimo. Esto es así porque la respiración es el puente entre el cuerpo, la mente
y las emociones.
Una respiración
completa y profunda provoca la eliminación de la tensión muscular, un mayor
aporte de oxígeno a la sangre y a todos los órganos. Nos ayuda a tener una
mente más atenta y clara, a quitar de ella los pensamientos obsesivos. En
cuanto a la respuesta emocional, es conocido que la respiración profunda y la
ansiedad son incompatibles, no pueden darse de forma simultánea. Si hay
ansiedad la respiración es alta (clavicular) y superficial, insuficiente.
La educación en una respiración completa es un
método sencillo y efectivo, origina resultados instantáneos aquietando la mente
y las tensiones del cuerpo, llevando energía a nuestro sistema nervioso,
facilitando el metabolismo y la digestión, y obteniendo una conciencia más
tranquila y meditativa.
Generalmente, no damos importancia a todo esto y
tenemos un ritmo respiratorio irregular y superficial que nos conduce a una vida
totalmente emocional, a un estado de ánimo irritable y débil, lleno de
tensiones.
La respiración yóguica completa es la que ocurre en
todo el pulmón: desde la base hasta la punta, a la altura de las clavículas.
Hay que imaginar un pulmón de tres dimensiones y llenarlo desde abajo hacia
arriba, de adelante hacia atrás y desde el centro hacia los laterales. Siempre se puede respirar un poco más, es decir:
tomar más aire.
Lo ideal es hacerse un ratito al día, unos 10
minutos al menos, para poder experimentar este ejercicio. Con ojos cerrados y
manos sobre el regazo, sentados en una silla con respaldo o contra la pared.
Comenzamos a visualizar nuestros pulmones como dos montañas, en tres dimensiones.
Visualizamos el aire que ingresa por nuestra nariz y se asienta en la base del
diafragma, desde allí empieza a crecer: hacia arriba, hacia los costados y
hacia la espalda, siempre olvidada. Hay que empujar con el aire y extender los
pulmones como ramas que se abren en todas las direcciones.
Así deberíamos respirar siempre. Empecemos con 10 minutos al día para percibir los beneficios.