Aromaterapia


Se dice que los antiguos egipcios, hace 4500 años utilizaban una gran variedad de aromas, algunos de los cuales eran consagrados a ciertas divinidades: el incienso al Sol y la mirra a la Luna. Clasificaban las flores y las hierbas en diferentes grupos de acuerdo con su destino o uso y la naturaleza de su perfume.


Los aceites y las esencias balsámicas, los ungüentos perfumados, y las resinas diluidas en vino fuerte eran utilizados de manera frecuente en la medicina, en la cosmética y para el embalsamiento de los cuerpos consideradas sus propiedades bactericidas y antisépticas. Pruebas de ello se encontraron en innumerables papiros e inscripciones en monumentos y edificios sagrados.




Después de quedar en el olvido durante miles de años, los aceites esenciales aromáticos recobraron su lugar en el arsenal terapéutico, además del simple uso popular, gracias a los modernos y numerosos trabajos que siguieron a los del «padre de la aromaterapia», el químico francés René Maurice Gattefossé, quien descubrió las propiedades terapéuticas de los A. E. a partir de un accidente personal ocurrido mientras se encontraba trabajando en su laboratorio.


Durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, el médico francés Jean Valnet, usó con éxito varios aceites esenciales para tratar las heridas sufridas en el campo de batalla.  Finalizada la guerra, Valnet continuó investigando y extendió su uso al tratamiento de dificultades emocionales.  En 1964 escribió un libro con el mismo título que el anterior de Gatefossé: Aromatherapie.  Este libro se convirtió en el libro de texto fundamental de la nueva disciplina.


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