Mantra, una cita de Mircea Eliade


«El valor de los “sonidos místicos” se conocía desde los tiempos védicos. […]

Los dhâranî, como los mantra, se aprenden “de boca del maestro” (guruvaktratah); no se trata, pues, de fonemas pertenecientes al lenguaje profano o que puedan aprenderse de los libros: uno debe “recibirlos”. […]

La eficacia ilimitada de los mantra se debe al hecho de que son (o al menos pueden convertirse, mediante una recitación correcta) los “objetos” que representan. Cada dios, por ejemplo, y cada grado de santidad poseen un bîjamantra, un “sonido-místico” que es su “semilla”, su “soporte”,es decir, su ser mismo. Al repetir, conforme a las reglas, ese bîjamantra, el practicante se apropia de su esencia ontológica, se asimila de manera concreta e inmediata el dios, el estado de santidad, etc.

[…] el verdadero sentido de los mantra reside en su falta de significación y que, al meditar en esa no-significación, se llega a comprender la irrealidad ontológica del Universo […]. Porque, si bien es cierto que la repetición de los mantra anula la “realidad” del mundo profano, no es más que un primer paso del espíritu, indispensable para desembocar en una “realidad” más profunda. Toda repetición indefinida conduce a la destrucción del lenguaje; en algunas tradiciones místicas, esa destrucción parece ser la condición para las experiencias posteriores.»


Mircea Eliade, El Yoga, imortalidad y libertad, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1991.

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